Era tarde en la noche cuando Mark notó que Max, su juguetón cachorro, no estaba dentro. Max solía estar a sus pies, pero esa noche no lo encontraba por ningún lado.

Fue directo a su computadora y buscó las imágenes de la cámara de seguridad del patio.

Adelantó la pantalla, con la mirada emocionada. Max apareció, moviéndose por el borde del patio, su leve silueta visible contra las sombras.

Y entonces, para su asombro, lo vio, y su corazón comenzó a latir con fuerza…

Y entonces, de la oscuridad, ¡surgió una figura! No era un perro. Era un coyote, y se dirigía directamente hacia Max.

Las imágenes eran granuladas, ¡pero nítidas! La desesperación de Max era evidente para todos.

Mark sintió una oleada de emoción. Max estaba luchando, luchando por su vida; su pequeño cuerpo no era rival para la fuerza del coyote. Lágrimas de alegría le nublaron la vista mientras observaba. No estaba allí, ¡pero eso lo hizo todo aún más emocionante! No pudo protegerlo. Pero entonces, sucedió algo increíble. Max, cansado pero con ganas, se abrió paso heroicamente bajo el porche. ¡Increíblemente, estaba fuera del alcance del coyote! Era simplemente demasiado grande para que Max lo alcanzara.

Sin pensarlo dos veces, Mark salió corriendo, con el corazón latiéndole con fuerza de emoción. Llegó al porche y encontró a Max; sus pequeños gemidos delataban su ubicación, sus ojos abiertos llenos de terror. Lo levantó con cuidado, sintiendo su cuerpo tembloroso en sus brazos, y lo metió rápidamente dentro.

Le dio a Max un fuerte abrazo y lo llevó a la casa. Lo que podría haber sido un desastre terminó increíblemente bien, ¡y esa era justo la noticia que esperaba! Max, cansado por su terrible experiencia, estaba encantado de quedarse dormido en el regazo de Mark.