La boda de Tamara Falcó cada vez parece más una de esas gymkhanas en las que para llegar a la meta antes hay que sortear cientos de obstáculos. La suya, además, seguida por millones de personas a través de las redes sociales y la televisión.
Primero fue la deslealtad a bombo y platillo de su novio en el festival Burning Man. Luego las cientos de declaraciones, a cada cual más viral, de la marquesa de Griñón (aquel “ni un nanosegundo en el Metaverso” ya ha quedado para la historia) seguidas de una romántica reconciliación, con viajazo a Bali incluido, que trajo consigo una grandísima “pillada” en forma de retoque fotográfico-adelgazante. Fue un desliz de Íñigo Onieva, que publicó la misma foto que su novia sin pasarla por la pertinente remodelación digital.
De lo penúltimo toda España está al tanto: la marquesa se ha quedado sin vestido de novia, a menos de dos meses de la ceremonia por un malentendido con las diseñadoras del mismo.
Pero volvamos a Bali y el retoque para parecer más delgada… O, más recientemente, a los cientos de rumores que se desataron el pasado fin de semana cuando Tamara acudió a la boda de una de sus mejores amigas: no hay programa o publicación que no se haya hecho eco del aumento de peso de la futura novia. Entre los más ¿gordófobos?, Alessandro Lequio, quien lanzaba en “El Programa de Ana Rosa” que “el perímetro de Tamara es el doble que el de su madre”. Y aunque Bibiana Fernandez, en el mismo programa, aseveraba que: “No es nada malo coger peso”, que “lo fundamental es la salud, independientemente de la estética”, lo cierto es que nos preguntamos desde aquí ¿por qué habla todo el mundo del cuerpo de Tamara? ¿No se acuerdan de que padece un problema de tiroides? Sea como fuera sabemos de buena tinta que el runrún ha llegado a las consultas de nutrición de toda España y es que parece que la presión medíatica ha hecho mella en la que dicen es la hija favorita de mamá Preysler, quien se habría propuesto perder entre cinco y ocho kilos para su boda… En un tiempo quizás demasiado récord.
Así, la supuesta dieta exprés de Falcó hace que entremezcle el cotilleo, con los prejuicios sobre el peso y la sana preocupación por el tipo de dieta que podría seguir.
Dadas las fecha, la alerta ante posibles (y peligrosas) soluciones “milagro” se ha activado: “Las dietas tan flash y, sobre todo, sin un control exhaustivo suponen riesgos -asegura la doctora Conchita Vidales, responsable del Departamento de Nutrición Avanzada de Clínica Martín del Yerro I Amselem. Solo se puede hacer una dieta rápida de forma segura cuando está supervisada al milímetro por un especialista, para ir valorando que no haya ninguna carencia nutricional que pueda afectar a la salud y para evitar efectos rebote”.
Asegura la experta que “el tipo de dieta debe ser 100% personalizada al paciente pero que quizás una opción podría ser una fórmula de ayuno intermitente tailor-made con un planning muy riguroso de ingestas y horarios”. También, explican desde el Departamento de Medicina Estética MYA, liderado por el doctor Moisés Amselem, “dado el poco margen puede resultar una estupenda opción contar con un impulso en forma de aparatología médico-estética, como la tecnología Emsculpt: un dispositivo a la vanguardia de la reafirmación corporal. El único aprobado por la FDA como verdaderamente apto para desarrollar masa muscular y quemar grasa sin cirugía. Y, aún más, combinado con Venus Legacy, que además de ayudar a la producción de colágeno, remodela, reduce celulitis, reafirma y alisa la piel de todo el cuerpo”.
En cualquier caso, por aquí todos pensamos que Tamara Falcó estará ideal con unos kilos de más o de menos, siempre que ella se sienta a gusto consigo misma.