Durante más de dos años, se había visto a un alce en Colorado con algo extraño y preocupante alrededor del cuello: una pesada llanta de goma. Los funcionarios locales de vida silvestre intentaron ayudarlo, pero el alce seguía escapándose. Con el tiempo, la gente empezó a preocuparse. La llanta impedía que el alce se moviera, lo que podría haber sido mortal.

Entonces, un día, tras años de intentos, un funcionario de vida silvestre finalmente logró calmar al alce para poder quitarle la llanta. El equipo de rescate trabajó con rapidez, pero se dio cuenta de que quitar la llanta no era tan fácil como esperaban. La gruesa llanta metálica dentro de la goma impedía cortarla. En cambio, tuvieron que serrar con cuidado las astas del alce para liberar la llanta.

Al hacerlo, el alce despertó y se puso de pie, mareado. Entonces ocurrió algo asombroso. En lugar de huir, se detuvo y miró directamente a los rescatadores. Se quedó allí quieto unos instantes, como si reconociera a quienes lo habían liberado. Luego, trotó hacia el bosque, finalmente libre.

Este fue un gran ejemplo de cómo las personas pueden ayudar a los animales y cómo incluso los animales más tímidos pueden aprender a confiar en las personas.