Especialistas en salud masculina han advertido sobre un fenómeno cada vez más frecuente: la pérdida de atracción hacia las mujeres en determinados periodos de la vida masculina. Aunque a menudo se asume que los jóvenes no enfrentan dificultades en este ámbito, diversos estudios y observaciones clínicas demuestran lo contrario.

El problema puede surgir incluso en hombres con un historial amplio de relaciones, cuando se presenta una pérdida progresiva del deseo sexual y un deterioro del interés en el contacto íntimo. Este cambio no siempre está relacionado con la edad biológica, sino que puede deberse a múltiples factores, incluyendo la percepción personal, la salud general y el estado emocional.

Entre las causas identificadas se encuentran afecciones médicas no necesariamente sexuales que influyen indirectamente sobre la libido. Además, existen razones psicológicas, como la baja autoestima, experiencias negativas previas o la transferencia de culpa hacia las mujeres, lo cual reduce significativamente la atracción sexual.

A partir de los 60 años, la situación suele agravarse. En esta etapa, el envejecimiento fisiológico, la acumulación de problemas de salud y la transformación de la autoimagen influyen en la manera en que un hombre percibe a su pareja y a sí mismo. La conciencia de la edad, el debilitamiento físico y la observación de los signos visibles del envejecimiento contribuyen a un estado de introspección y a una reducción del interés por las relaciones afectivas.

También se ha documentado que durante la llamada crisis de la mediana edad, muchos hombres adoptan una actitud apática y centrada en la rutina. La pareja puede comenzar a ser vista más como una figura doméstica que como un objeto de deseo. Este comportamiento, reforzado por un estilo de vida sedentario, consolida el desapego emocional.

Durante este proceso, se produce además una disminución progresiva de las hormonas sexuales masculinas, lo que genera síntomas similares a los observados en mujeres en la menopausia, aunque con manifestaciones más sutiles. Estos pueden incluir irritabilidad, trastornos del sueño, presión arterial elevada y signos de depresión.

Finalmente, en etapas más avanzadas, algunos hombres manifiestan un aislamiento emocional acentuado. Aquello que antes generaba placer o atracción puede comenzar a provocar rechazo. Incluso la presencia de una pareja estable puede dejar de despertar interés.

Este fenómeno, aunque común, rara vez se aborda de forma abierta. Su comprensión requiere un enfoque integral que considere tanto los factores fisiológicos como los psicosociales, para ofrecer a los hombres mayores un acompañamiento adecuado durante estas etapas de transformación emocional y sexual.